viernes, 5 de noviembre de 2010

De pronto...


De pronto me vi besando tu fotografía, con la más tierna devoción,
con esa honestidad de la que te he hablado, que no conocía yo.

De pronto mi amor, me vi impaciente por ti, por tu abrazo,
por tu dulzura y tu noble inclinación por facilitarme las noches,
las agonías y el corazón.

De pronto, cuando la noche caía, me hacías perder el miedo y
la incansable desolación. Me obligabas a sonreír, a esperanzarme
con respecto al futuro, a la pasión y al inconsolable amor.

De pronto una noche cualquiera, la casualidad se poso en mi habitación
y desperté contigo en cada tejido de mi emoción, en cada derrota
que sanaste sin que te lo solicitara mi insatisfacción.

De pronto, me hiciste bailar en la oscuridad,
me provocaste reír cuando sentí no poder dejar de llorar,
me encendiste, me sedujiste despacio,
me diste la satisfacción de poder sentirme protegida,
indefensa y querida, de pronto eras tú, recordándome quien era yo,
dándome valor entre espacios devaluados.

De pronto, conociste mis defectos,
te los dije con miedo y pareciste aceptarlos sin desvelos,
porque no soy perfecta y eso parecías entenderlo.

De pronto, me veo envuelta en algo incierto,
poso mis manos en las profundidades de tu silencio,
exploto para ti, deseo llevarte adentro, muy adentro,
busco tu aroma en mis sabanas, tus labios en los míos,
busco, sabiendo que estás conmigo.

Un día, de pronto, se me ocurrirá advertirte,
que es mejor que no vengas, porque si vienes,
no querrás irte y si te vas,
morirás por volver, por tenerme, por sentirme.

.

Fotografía: Carolina Jiménez.

No hay comentarios: