domingo, 28 de febrero de 2010

Arrebatos del destino


Sabes, ayer tuve uno de esos sueños; uno de esos en los que tú observas más allá, uno de esos en los que yo me dispongo a dibujarnos las sonrisas que nos ha robado la supervivencia, la atrocidad; y la cobardía que nos ha otorgado los espacios vacíos.
La mayoría del tiempo no entiendo porque me hieres, porque te ahuyento; la mayoría del tiempo nos ganan las horas y los padecimientos; la mayoría del tiempo amor, nos gana el tiempo a destiempo.
Intento salvarme de ti, y yo muy en el fondo sé que intentas salvarnos, no estoy muy segura de que, pero según tú, salvarnos.
Te extraño, extraño desesperadamente tus manos, los espacios, la eternidad, la verdad, la inocencia, la vida, te extraño… Te extraño.
Los sueños se me acumulan entre los brazos, la guillotina del desencanto me decapita esta madrugada y tu ausencia es tan cruda, tan despiadada.

domingo, 21 de febrero de 2010

Que te amo y que me amas...


Me marcho de estas tierras injustas,
me arrastro frente a ti y no precisamente porque lo merezcas,
yo entiendo, yo entiendo, yo entiendo, yo nunca te entendí.

Cambié mil veces mi semblante esperando que eso generara alegría
pero simplemente me degeneraba, me engañaba y me cago en tu osadía,
me cago en todos esos instantes de asquerosa cobardía.

Y yo sabía que necesitaba más cariño, más verdad, menos inseguridad,
eras el arma asesina y yo te impulsaba a matar_me_ me_ me_ me.

Tengo tanto de no plasmar, pensaba que era feliz y eso me lo impedía
pero en realidad me estaba ahogando entre flagelos y tantas sonrisas, falsas sonrisas que injustamente me dibujaban atardeceres que siempre fueron el fin de mi mundo inmundo, edificios que ocultaban tugurios, tú y tu agonía, yo y mis simulacros de vida.

Así nos amábamos, sufriendo, dándole cuerda a un maldito reloj de desconcierto,
jugando al escondite siempre y cuando no nos halláramos en ningún momento sin las ropas que nos cubrían de desearnos antes de tiempo o después de tanto tiempo, así éramos, insensibles mientras llorábamos a cantaros mirándonos partir, seres cargados de insalubridad, compartiendo una cama con destreza y conformidad…

Pero te amaba, pero te amo… pero me amabas, pero… me amas.