lunes, 6 de junio de 2011

Escoria...

A mí nadie me enseñó a ser leal, nunca tuve esa educación indispensable que me forzara a decir la verdad. Tuve que levantar a mamá de actos desesperados de amor, en esas noches en las que papá no volvió. Tuve que crecer de golpe, porque la vida no es un juego, porque desde pequeña el azar, el adulterio y la mentira me corrompen. Me mantuve estoica secando llanto de quien malogro, de quien creí mi héroe y no fue más que un traidor. No, yo no soy una escoria.

Yo aprendí a matar y sin embargo, me han matado una y otra vez, porque dañar no es lo mío y quien más ame permitió que me arrastrara entre crueldad, quien más ame me mostró que su mejor talento era olvidar, quien me juro que ya tenía mi lugar y hoy no está, quien más ame, porque casi nunca logro amar, pero cuando amo, no lo digo por decirlo, lo demuestro hasta saciar. No, yo no soy una escoria.

Sí, se conocen mil sabores y en la cama muchas veces se logra mitigar el dolor. Sí, porque el silencio a veces es irracionalmente cruel, pero vamos, a veces es mejor que el cuerpo haga su voluntad, porque a veces me siento acostumbrada a no sentir, porque antes de matar, prefiero matarme yo, porque muchas veces he sido torpe y he olvidado que mi prioridad soy yo. No, yo no soy una escoria.

No mientes, a veces no me quiero tanto, a veces estoy tan vacía que me espanto, a veces camino porque es justo y necesario. No, en realidad no mientes, pero no eres nadie para juzgarme, nunca me has dado tu mano como para jactarte y hacer de mi vida un circo, porque cuando lloré en silencio para que no escucharan lo hice sola, porque cuando me destruyeron y quise acabar conmigo incontables veces, que yo recuerde nunca viniste a detenerme. No, yo no soy una escoria.

No, yo no soy una escoria, a mí también me dieron la espalda, a mí también me abrieron una brecha entre lo bueno, lo malo y las patrañas, a mí también me pintaron de gris cuando mi sonrisa quiso ser policroma, a mí también me dijeron que me amaban y me rasgaron las entrañas, a mí también me dejaron sola en el medio de la nada, a mí también me limitaron las palabras, a mí también me obligaron a marchar de lugares en donde yo sentía seguridad, a mí también me hicieron sentir burlada, a mí también me privaron del beneficio de la duda, a mí también me cuestionaron mis aires de libertad cuando soy yo la única que tiene derecho a cuestionar mi andar, a mí también me juzgaron y aun siendo juzgada no me siento en derecho de juzgar. Porque tú también tienes tu historia y yo no soy nadie para humillar, no soy nadie para hacer sufrir, porque sólo Dios o Mandinga saben cuánto he sufrido yo. Porque sólo mi pluma y yo sabemos la forma en que perdí la inocencia, la confianza en los demás y la ilusión.

No, yo no soy una escoria.

.