miércoles, 11 de enero de 2012

Felicidad. Sufrimiento. Engaño. Desengaño. Costumbre. Limitación. Palabra. Emoción.


“Verte llegar fue luz, verte partir un blues”

A mi me encanta pronunciar la palabra “felicidad”, no, la verdad, no es cierto. Tanto talento no tengo.

La felicidad es eso que ves venir a la distancia, plantada y puntual, efervescente y espiritual, pero no la tomas, no la entiendes, no la declamas, no la sostienes, simple y sencillamente porque a veces es preferible vivir en un rosal, sin rosas.

Quise darme la oportunidad de escribir ebria, editar sobria y sentir a cantaros mientras lo hacía. Muchas veces soy de roca y de pronto me convierto en papel, muchas veces rechazo lo que necesito por temor a no recibirlo bien, yo no soy buena en esto de la incertidumbre, yo no soy de palabras, sin embargo, me describen por el don que poseo para gesticular en cualquiera de los casos que afronte, sea fantasía o realidad, pero no es cierto, es tan sólo un escaparate que me cubre de la ambigüedad.

He pensado varias veces en el infierno, en vivir a ras del sueño, en lo eterno, en lo grotesco e irreal, he pensado que de pronto un esfuerzo adicional podría transportarme hacía donde ella está, con la valentía necesaria para ser más que un escrito y ser un torrente de palabras, para ser más que una prosa y convertirme en una oradora espléndida, en fin, que más da, la vida es esto y a mi se me da por ser leal mientras el mundo estalla, mientras se quebranta la dignidad, mientras se enredan pensamientos por conveniencia, mientras a los demás se les olvida que el amor es algo más que unas cuantas frases que atenten en contra de lo mortal, mientras las ilusiones mueren y yo no las logro rescatar. Y no soy menos culpable, simplemente creo que siento un poco más.

A veces me siento acostumbrada y abatida, otras veces me siento radiante y apta para transformarlo todo, de pronto me siento como hoy, capaz de escribirle una diatriba a lo que me de la gana, capaz de defender emociones, ideologías y comportamientos, capaz de sustituir por acciones los lamentos y que no se torne confuso, no todos los artistas necesitan sustancias para explorar el universo, se necesitan sustancias para combatir el decaimiento social y el desgaste irracional, por mi parte unas cuantas cubatas logran alejarme de la miserable tempestad en la que me envuelvo intencionalmente para momificar la falsedad.

Yo no sé nada de la vida, ni del amor, ni de la muerte, ni de la gente, yo solamente sé que hablar entre líneas puede sentar mejor en momentos en los que ni el alma, ni la boca, ni el corazón parecen tener la capacidad conveniente de expulsión. Yo no sufro la totalidad efímera del resto pero necesito que me atrape el desencanto, y si se quiere pensar, es cierto, tengo un corazón acostumbrado a inviernos y prefiero eso antes de vivir creyendo que el amor es algo pasajero, necesito continuar estóica en lo eterno, sino me enfermo, sino me muero. Sino corro a su lado y le robo uno de esos momentos perpetuos que me alejan de lo incierto, sino corro a su lado y le presto mis brazos para que se refugie de este apocalipsis disfrazado y descontento. Sino corro a su lado y no puedo.

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