domingo, 8 de abril de 2012

Préstamo de caderas


“Basta con desearlo y podrás recorrer todo el mundo”. Rosario Flores.

Yo le propongo una noche cualquiera, olvidar todos sus issues y mantenernos en secreto entre quimeras, yo le propongo hacerme un préstamo de caderas, somos contadas las discretas, las que volamos sin que nadie lo sepa.

Yo le propongo ser mi musa por veinticuatro horas, enredarnos entre algún brindis embustero, que sea rico verla y que su sonrisa me recuerde a cada instante el motivo exacto por el cual quiero tenerla.

Yo le propongo consumirme entre vodka, entre cigarrillos suaves, entre viajes ancestrales y frases sencillas que al final de la noche me parezcan más que fascinantes.

Yo le propongo intimidarme, atraparme entre espada, pared, cama, estantes, faltantes, restantes, vida, muerte y que al final logre resucitarme.

Yo no le propongo seguirme a todas partes, ni a juzgarme por desearle, mucho menos divulgar nuestros instantes, yo simplemente le propongo disfrutarme, sentirme de forma muy sosegada y serena, sentirme intensamente y que se joda la intriga traicionera, que yo sea su más intimo secreto, para luego verla entre tanta gente y que el simple deseo me estremezca, me condense.

Yo le propongo versos de esos que no riman, risas de esas que embriagan, caricias, muchas de esas caricias que solamente mis manos saben proporcionar y múltiples miradas que le pueden encantar.

Si soy el principio de su incertidumbre no se quede con la duda, si bien es cierto la prisa solamente lleva al letargo, pero apresure esta pasión, de pronto yo esté aguardando por la agresividad de sus encantos, de pronto esté expectante y nos ahorramos una amistad forzada y sin sortilegios, de pronto y usted sepa guardar en sus adentros la magnitud de nuestro encuentro.
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