lunes, 30 de abril de 2012

Just Saying



Quisiera robarle un color y guardármelo en el pecho, para colorear la sincronía de mi bandoneón.

Quisiera de vez en cuando sujetarle la mano y caminar a su lado, por esos sitios oscuros que de vez en cuando nos han resguardado.

A la vez, con un tono muy bajo y en su oído, quisiera decirle que he notado que de vez en cuando le robo un suspiro, una de esas bocanadas de complicidad que se tropiezan contra la realidad, siempre contra la infinita tempestad.

Muchas veces me he detenido frente a usted pretendiendo que mi mirada le diga más de todo eso que experimentamos sin balbucear, que mis labios no sientan la imperiosa necesidad de abrirse mas que para darle un beso, esos que me saboreo en la entrada de este invierno.

¿Será usted capaz de guardar el secreto de nuestro encuentro? ¿Será usted capaz de regresar a su vida luego de saborear mi eternidad?, sea lo que sea, no sé si dejarlo pasar, no sé si atraparla entre mis brazos por senderos de irregularidad, no sé si quedarme con sus miedos y transformarlos en algo similar a la dichosa ambigüedad, no sé, pero este déficit de instantes me tornilla el cerebro a como la mañana se inserta en sus silencios, a como mis manos sienten constantemente su espalda en lapsos de ensueño.

Sus encuentros conmigo son tan efímeros, tan indiscretos, siempre a solas y con transeúntes atentos a que caigan nuestras cadenas y nos entreguemos al descaro, a que caiga nuestro orgullo y nos quitemos los quebrantos, para entender que a veces lo inexplicable finiquita el cansancio. 

¿Por qué no viene y jugamos nuevamente a no enterarnos? ¿Por qué no se empeña mejor en demoler mis excusas de antemano y nos perdemos por puro arrebato? ¿Por qué no pierde el control de la situación y me ayuda a perderlo, para que de esa forma nos dejemos de moralidades y le demostremos a los mortales que la pasión siempre se acompaña de arte?.

¿Por qúe?

Dígame… ¿Por qué mejor no nos olvidamos de la gravedad y nos resguardamos en el cielo un rato? ¿Por qué mejor no nos rasgamos el pasado y jugamos a que la palabra “consecuencia” ha caducado?.
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domingo, 8 de abril de 2012

Préstamo de caderas


“Basta con desearlo y podrás recorrer todo el mundo”. Rosario Flores.

Yo le propongo una noche cualquiera, olvidar todos sus issues y mantenernos en secreto entre quimeras, yo le propongo hacerme un préstamo de caderas, somos contadas las discretas, las que volamos sin que nadie lo sepa.

Yo le propongo ser mi musa por veinticuatro horas, enredarnos entre algún brindis embustero, que sea rico verla y que su sonrisa me recuerde a cada instante el motivo exacto por el cual quiero tenerla.

Yo le propongo consumirme entre vodka, entre cigarrillos suaves, entre viajes ancestrales y frases sencillas que al final de la noche me parezcan más que fascinantes.

Yo le propongo intimidarme, atraparme entre espada, pared, cama, estantes, faltantes, restantes, vida, muerte y que al final logre resucitarme.

Yo no le propongo seguirme a todas partes, ni a juzgarme por desearle, mucho menos divulgar nuestros instantes, yo simplemente le propongo disfrutarme, sentirme de forma muy sosegada y serena, sentirme intensamente y que se joda la intriga traicionera, que yo sea su más intimo secreto, para luego verla entre tanta gente y que el simple deseo me estremezca, me condense.

Yo le propongo versos de esos que no riman, risas de esas que embriagan, caricias, muchas de esas caricias que solamente mis manos saben proporcionar y múltiples miradas que le pueden encantar.

Si soy el principio de su incertidumbre no se quede con la duda, si bien es cierto la prisa solamente lleva al letargo, pero apresure esta pasión, de pronto yo esté aguardando por la agresividad de sus encantos, de pronto esté expectante y nos ahorramos una amistad forzada y sin sortilegios, de pronto y usted sepa guardar en sus adentros la magnitud de nuestro encuentro.
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domingo, 1 de abril de 2012

La mujer que me gusta


La mujer que me gusta es en realidad un conjunto de mujeres, se divide entre la pureza y la osadía, entre la felicidad y la melancolía, la mujer que me gusta es mi más terrible angustia.

Ella es libre, sin embargo, es terriblemente prohibida y cuando bebe olvida tener un corazón, cuando el alcohol corre por sus venas no logra canalizar que mi soledad es dolor, que su soledad es desesperación y nuevamente la válvula de escape estalla entre pasión.

La mujer que me gusta tiene una sonrisa amplia, a como amplia es su desgracia, tiene más madrugadas que distancias, pero a mí me gusta sentir que sueña, que vuela, que no se estanca, porque muy en el fondo ella es la mujer de mi vida, muy en el fondo yo soy su presente y me albergo en mi dichoso “Carpe Diem” y que se jodan los pronósticos, hoy la quiero abrazar, hoy la quiero sentir y que se enamore un poco más de mi ambigüedad.

La mujer que me gusta no creo que sepa mucho de literatura, pero su cintura es poesía, de la pura. Sus caderas me atrapan al deslizarse en la barra de un bar, mientras nos bebemos un “shot” altruista y brabucón, mientras sus ojos se clavan en mi generando una que otra sensación.
La mujer que me gusta tiene un paso lento pero sensual, de esos pasos que roban la respiración, de esos pasos que desnudan verdades, de esos pasos, de esos pasos que nunca me conducen al cansancio.

La mujer que me gusta se abraza a mi cuello añorando conservar mi olor, pero mi olor es suyo aunque yo solamente agradezca sus halagos, aunque yo no sepa decirle que me muero a diario por sus labios.


La mujer que me gusta, no me gusta todo el tiempo, a veces me hace enojar y a veces la deseo sin esfuerzos. La mujer que me gusta no tiene nombre ni apellido, no tiene aficiones ni código postal, porque la mujer que me gusta es mi incógnita, es el ahorro de intriga para los demás. La mujer que me gusta solamente es eterna, hermosa y sensual, le guste a quien le guste siempre tengo la capacidad para ocultar su identidad.

La mujer que me gusta me hace pensarla sin cesar y con eso me basta para conspirar con el universo y contemplar su grandeza minimizada, sus ansias de vibrar.

Dejará de gustarme muy probablemente a la brevedad, pero por el momento es mi musa y esto es algo que debo celebrar. Por el momento me gusta llamarla eternidad, cuando sea efímera besaré su frente y le recordaré que poco a poco la vida se gasta, que bailaré con ella en noches atascadas y que en mis adentros, ella es la dueña de este escrito, la dueña de mi cama, de mi espacio y de mi alma, mientras acaba la faena, mientras nos atrapa la mañana.
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