miércoles, 28 de noviembre de 2012

A la puta vida


“Vida, mi vida. ¿Qué has hecho de mi vida?”

De pronto un día, se le olvidó controlar su tono al hablarme, empezó a delirar, su mirada era semi frustrante, semi asfixiante, semi fluctuante. De pronto un día, no midió su carácter y la envié directo a la mierda, la envié justamente a todos esos sitios a donde me había llevado y yo no quería ir.

Ya me tenía enferma, ojerosa, decaída, casi como una mala relación de esas humanas que no suelo enfrentar. Con faltantes de lectura, de emoción, como un sexo casual sin explicación. No hallaba la forma de alejarla por completo, me hacía tropezar y esos tropiezos me tenían al borde de lo mortal, y yo por mi parte no deseaba nada tan concreto. Me faltaba la respiración, todo se perdía, nada se transformaba y volvíamos a la misma historia. 

Siempre era un círculo vicioso, me miraba, yo le coqueteaba, me permitía encender un cigarrillo aunque lo odiaba, me servía el mismo trago en la misma copa rota, me mordía los labios, y finalmente yo, fácil e indiscreta me dejaba llevar por sus incontables jugarretas. Pero nada, yo nada que me sentía llena. 

Casi nunca he querido reaccionar. La sigo retando de la misma forma, le escribo mientras ella me cercena, la toco mientras los años me atropellan, las manos se me arrugan, la sonrisa se me arrastra, cada día menos culta, cada segundo menos basta, pero es mi sonrisa y ella a veces me la regresa remendada. 

Ella está enamorada de mí, me hace guiñarle el ojo al espejo cada mañana mientras siento como sus labios me erizan la espalda, mientras una ducha caliente me consuela insana. Ella está enamorada de mí y yo de ella.

La amo aunque sienta que a veces merece ser abandonada. Ella, digan lo que digan, me ha conducido veinticuatro veces y siempre por localidades distintas, me perdona mis excesos y mis noches de bohemia, mis noches de sincera, mis noches de mentirosa, mis noches de amnésica.

Ella se sienta en mi regazo mientras le soy infiel con una pluma y un papel, me espera con más devoción que Penélope mientras soy yo quien desteje su manto. 

Me levanta y creo que me está reconquistando, por ejemplo hoy, me beso en los labios luego de hacerme reír a carcajadas. Por ejemplo ayer, caminó a mi lado cuando yo en realidad no tenía una ruta alterna y necesitaba correr. Por ejemplo antier, me generó querer lo que pensé no podría volver a querer. Por ejemplo hace un mes, me hizo sentir que sentía otra vez. 

Que me sirva el trago en la misma copa rota, que me permita encender un cigarrillo y que se siente en mi regazo.

Hoy ella es mi invitada especial, porque sé que aunque me vaya y regrese oliendo a cantina, a un perfume ajeno o a una ciudad distinta, ella siempre está expectante, siempre estará esperando el momento adecuado para decirme al oído que le gusto más que en el pasado. Para decirme que la madurez me sienta bien y será en ese instante en el que yo la ame intensamente, a como no lo he logrado hacer.