sábado, 30 de noviembre de 2013

Erase/Rewind



La retórica discreta.
Sus manos sujetándose de lo que sea, mientras mi espalda la suda sin clemencia.
La respuesta de esa pregunta que nadie sabe formularse.
Un vicio, una vida, unas caderas.
Un instante, una letal abstinencia.
Una maraña de sentimientos y unas cuantas trincheras.
Decenas de madrugadas interminables, bajo la luna, siempre llena.
Un “para siempre” acompañado de un “nunca más”.
Un esfuerzo abismal por no sentir nada adicional.
Es cierto, los errores se cometen mejor en la oscuridad.
No, no es cierto, verse fijamente a los ojos aumenta la terrible intensidad.
Un choque de placas, nada temporal.
Una mujer herida.
Una mujer sin Dios.
Y la mujer exquisita, con la que nunca soñó.
Vuelos suicidas equipados de eternidad.
Ambigüedades recurrentes.
Desembocaduras, valles, vertientes.
Sus labios y mis tridentes.
La satisfacción intransigente.
La desolación, el futuro se convierte.
La soledad, siempre hay alguien que no habla.
El aparentar, siempre hay alguien que habla de más.
Y se nos acaban los sueños, pero solamente para soñarnos más. 

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