lunes, 24 de marzo de 2014

Nada, no es importante.

No supe que hacer con su sonrisa, no logré hacerla sentir merecedora de ninguna fortuna.

Ella, con un paso vago y maltrecho me abandonó a como dicen que se abandonan los libros viejos.

Ella, irreverente e inaccesible jugó al escondite con la felicidad y nos sujetó a cambios intransigentes, nos dio la espalda y yo no di para más, fue un disparo a quemarropa, una sonrisa fingida y un mar de copas.

No he sido muy brillante seleccionando mis futuras despedidas, pero soy irreductible, tengo un talento especial para conseguir heridas profundas, de esas que matan las letras y las noches de locura.

No he sido muy verbal, confieso que los años me han enseñado a callar mi ambigüedad, me denomino una válvula de escape, un ser humano capaz de amortiguar cualquier mal, una mujer de pocas noches ya que la magia perpetua nadie me la ha sabido demostrar.

El trago a tiempo, la luna de media noche, la cama desarreglada, el silencio, el baúl de los momentos indiscretos, y yo, entregada completamente a la bendita soledad, a ese sentimiento de duelo que no se quita ni con tequila barato, a esa ausencia apocalíptica que empapa el mes, a un temporal naufragio.

El crimen está cometido, me quito los zapatos, la camisa y me entrego a una insatisfacción disfrazada de dictadura, me entretengo con la suavidad de la victoria inexorable que deja la amargura y aplaudo a los mortales sus fisuras.

El rincón de mi cama se encuentra inhabitado, de pronto y a ratos, siento nuestro aroma deslizarse por alguna prenda, bajo la mirada y le pido a la pasión que un día cualquiera me sorprenda.

Sigo siendo de pocas palabras, la comunicación visual sigue abriendo brechas. Yo la dejo irse, ella se declama más fuerte y satisfecha, yo no le miento, le admito sentirme indefensa.

La vida sigue ciclos, hay quienes terminan lo que no comienzan y hay otros, como yo, que de pronto sueñan, vuelan, se derriten y se congelan.

Un paso hacia adelante y dos hacia atrás, yo no respiro para tragarme los desaires. No vine a ser perfecta, vine a ser irremplazable… Ella lo sabe mejor que nadie. 

3 comentarios:

Diana Morales dijo...

Sos de esas mujeres que nunca se olvidan. De las que pueden recibir el golpe de la puerta y abrir la ventana.

Ellen Tamara Durán Wong. dijo...

Preciosa. Gracias...

Wílliam Venegas Segura (DW) dijo...

He venido por primera vez a su blog. Me gusta, tanto en su diseño como en lo que escribes. Me apunté como seguidor suyo y la invito a que venga a mi blog, se apunte de seguidora para quedar enlazados y seguirnos comunicando.