domingo, 2 de agosto de 2015

Goteras.




Parte I

Las palabras me fluyeron como partículas inútiles saliendo de una gotera. Mi musa se arrastraba agonizante por cualquier frontera.

La mujer de caderas afiladas y amor de centinela se me desvanecía inadvertida, en una noche de luna llena.

Mientras se suprimía, la magia me empujaba a convertirla en astro, porque en estas épocas, para nada me sirve una doncella.

La hice eterna entre frases, ya no sabía dirigirme a ella entre prosas y quimeras:

Te ves increíble en mi abrazo. La supervivencia se manifiesta inalterable cuando mis manos recorren tu espalda inefable y tus glúteos de retazo.

Tus gemidos son lamentos de dios en plena guerra. Son la colonización indiscriminada de mis fluídos y mis brechas.

El Hades se complacerá de verte derretida en mi celebración estrecha.

Sos la vida y la vida es mi más triste consecuencia.

Ojalá supieras que en contra de mí misma, aquella noche de venganza no me respondieron las piernas.

Te sentís tan viva que vas a fulminarme con una dosis letal de intransigencia.

Me resbalo en vos mientras me trepan tus destellos de bohemia.

Seamos arte abstracto al borde de la revolución, por ejemplo, tus senos asfixiantes aterrizando en mi cuello, justo en ese instante, en el que tu nombre se proclama propietario de mis explosiones, de mis ahogos más secretos.

Quiero desembocar en tu empapada y expandida represa.

Si lo lográs despacio, me quedo la noche entera, hasta que sudemos por completo la desgracia de tenernos a millas de afonía y a centímetros de verbena.

Si rebotás incandescente en mi pecho, te recibirán todas las paredes de la habitación donde perdiste la vergüenza.

Te espero a las dieciocho menos cinco en cualquier rincón, tus bragas serán el premio y no de consolación. Humedezcamos la desolación.

Repetí mi nombre las veces que sean necesarias, hasta que se convierta en suplica. Hasta que te queden claras cada una de sus letras y las cinco te penetren innumerables veces ablandando la amargura y endureciendo aceleradamente mi estructura de suicida y de perpetua.

Y mi cara, donde querás, para que al finalizar la faena te podás saborear en mi boca y así envenenarte, agitadamente, de vos, de mí, de esta sabrosa ambigüedad. Una y otra, y una vez más.

Goteras, exceso de goteras, hasta que te empecés a derramar, hasta que un reguero de poesía no nos permita dar nunca más, marcha atrás

No hay comentarios: