miércoles, 30 de noviembre de 2016

Goteras


Parte III

Nunca voy a ser la que cante “es un buen tipo mi viejo…”

Con las palabras se me fue el pigmento, perdí a mi primer amigo aproximadamente a los ocho años, y al menos dos veces al año, se me pasan por la cabeza, todos esos episodios borrosos, esa infancia con dolores auditivos y comparaciones sin certeza.

Mi primer amigo, me enseñó a cruzar el pasamanos y a encestar, sin importar que tan altos estuvieran los aros de mi realidad. Me enseñó la cantidad de perfume perfecto que debo usar y en alguna recaída, a remojar el habano en coñac.

También me enseñó que la vida de juego no es juego y que hasta el amor más sincero puede ser carnicero.

Dicen que caminamos igual, pero, somos caminos diferentes. Y yo le deseo la suerte, la que casi nunca merece.

Nunca le había pensando con resignación, pero acabo de llegar a una edad en la que es demasiado difícil soñar.

Olvidé mi apellido y perfeccioné su andar, me tomo mis tragos sin traicionar y camino sin culpas por cualquier ciudad.

Soy un instante, un desprendimiento emocional constante, pero sé mantener las copas servidas y he ido conociendo el secreto para recuperarme.

Las horas pasaron, los años transcurrieron. Y con todo respeto, no, no es un buen tipo mi viejo.