sábado, 22 de noviembre de 2008

Tan tuya y de ellos...




Todos nos vamos a la guerra, tarde o temprano buscamos imitarnos a nosotros mismos añorando resultados positivos y al final rompemos a llorar porque con cada espera llega la edad, la intranquilidad y los deseos absurdos de arrastrar errores que nunca podremos reparar… No estoy rota pero de vez en cuando debo repararme… ya sabes, ya sabes…

Nos preguntamos con tristeza en la cama, antes de levantarnos cual pudo ser el motivo, cual puede ser la solución y luego pensamos en eso mientras nos duchamos, al desayunar, mientras se enciende el ordenador de la oficina, mientras almorzamos y de nuevo todo al carajo, no llegamos a nada mas que a agobiarnos, te lloro seguidamente del cigarro que ya no quieres que fume y me lloras mientras finges reír a carcajadas frente a la gente, porque a veces sin darte cuenta prefieres a la gente.

Me gusta despertar, esto de vivir de verdad me agrada, esto de amar el viento, el aire y los sentidos me llena, ojala tuviera alguien para hablarlo sin que parezca ironía o rareza… a mi a veces simplemente me gusta escribir sin que todo en mi hoja sea una jodida secuencia, un tema en especifico.

Te escribo a ti, a Diana, a Amelie, a Rup, a Skelter, a Ana Frank, a mi Mongo, a todas estas odiseas que me hacen amar profundamente este infierno, sujétame la mano que hoy quiero que saltemos y nos vayamos, lejos con todo nuestro equipaje lleno de esperanza… ayúdame a olvidar y si te vas permíteme dejarte atrás…

Voy a echarte de menos hasta que dentro de unas horas nos miremos de nuevo, yo me enamoro todos los días y me gusta enamorarme, yo me enojo todo el tiempo y así soy, así de básica e infame, yo lloro todo el tiempo soy tan sensible, pero esto de estar inconsciente sin drogarme me resulta extrañamente interesante…
Te echaré de menos y no me importa cuanto me cueste escribirte, yo te escribo garabatos mientras voy rumbo a mi rutinario encuentro con el empleo…

Tengo cara de ángel pero espérate a que veas lo que el diablo me enseñó…
Edgar Oceransky.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Dicen que detrás de aquella puerta se encuentran tus sonrisas, tu esperanza y la fracción que quedó de tu vida.

Cotidianamente mueren trágicamente instantes desperdiciados en gritos, en malas caras, en canciones que no fueron cantadas, todos los días la misma historia con estos mortales y yo deseando gritar violentamente cuanto amo la ráfaga de viento que azota mi rostro amenazando hacerlo una vez mas.

Estos últimos momentos en los que ya los de siempre no son los mismos y en los que yo ya no quiero ser igual, la vida esta llena de gárgolas que no despiertan a falta de doncellas, llena, llena pero repleta de mutantes andantes que creen en el amor… como yo…