miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cuando un día es opaco

El sueño es un arte poético involuntario.

Cuando un día es opaco, despierto más tarde de la cuenta, me enfado, me cuestiono y llegó a ninguna conclusión, me achico al punto en que no entiendo la vida, ni el tiempo, ni la muerte, ni mucho menos la razón.

Cuando un día es opaco, no creo en mi ni en mi gente más cercana, solamente me resigno a que el día será una maraña de angustias recurrentes que debo afrontar.

Cuando un día es opaco, me basta con mirarme en un espejo para entender que por más que corra, nunca hay un lugar en el que descanse de tanta ambigüedad.

Cuando un día es opaco, por más que lo intente no puedo ser inerte, el viento siempre corre más fuerte para abofetearme, la lluvia siempre se oculta para no provocarme y los tragos no son más que un desquite salvaje. No disfruto de charlas y no trato con nadie, me aburro de todo y mi todo no logra abordarme.

Cuando un día es opaco, no tengo responsabilidades, no tengo parientes, no tengo emociones, no tengo motivos, no tengo canciones, no tengo algo fundamental, no tengo la imperiosa necesidad de necesitarme hasta mejorar. Me estanco en el barro absurdo que genera mi antigua espiritualidad.

Cuando un día es opaco, las mujeres me estorban, no por santas ni por tremendas, simplemente porque entiendo mejor que son uno de mis mayores problemas, entonces las evito por más que no viva sin ellas.

Cuando un día es opaco, puedo ser repetitiva, puedo fundirme en lo avaro, puedo admitir que no me encuentro ningún talento racional, porque el realismo no es lo que la gente en este tiempo quiere presenciar. Intento no leerme para que no me lean los demás, no tengo ese don que tienen las personas (si es que asi se les puede llamar) para acribillar.

Cuando un día es opaco, la actitud de los mandatarios me da igual, siempre he pensado que la crisis mundial viene y va, simplemente porque los seres humanos no estamos capacitados para gobernar, sencillamente porque si no nos enseñaron a amar no podemos pretender dirigir a los demás, y si, a veces soy existencialista, no me lo repitan más.

Cuando un día es opaco me mantengo en pie añorando descansar, busco lo abstracto ya que lo concreto no me satisface ni me explica la retórica comunal. Por hoy me basta con consumir el óxigeno de quienes destruyen la dignidad, me basta con saber que he amado tanto hasta sangrar, porque estoy viva y usualmente mis días fantásticos no me lo saben recordar. Estoy viva y cuando mi día está opaco es indicador de que pronto lograré resucitar, tarde o temprano llega mi momento de modificar mi mundo, mi momento de reirme de mi propia volatilidad.

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martes, 29 de noviembre de 2011

Por ti senhorita...

Ella se desliza suavemente por mis quimeras,

ella sonrie con y sin inocencia,

provocando que yo brinde a su salud y sin verguenza,

ella me agranda la brecha entre lo debido e indebido,

ella tan prohibida, tan acústica, tan espléndida,

ella que no sabe, yo que callo,

ella que no entiende, yo que la miro entre ocasos,

la diatriba en contra de un par de sueños,

yo entre letras y madugadas insaciables

y ella que prefiere continuar sufriendo por miedo a lo incierto.


Ella cree entender, pero nunca se ha tomado la molestia

de sentir satisfacción en medio de la tormenta,

ella se conforma, yo la miro escasa de creencias,

ella cree saber, pero no entiende todo lo que debe conocer,

ella se encierra, se momifica y frena su ira ante un amor que no la ama,

ante una verdad que prefiere profanar,

ella está acostumbrada a sobrevivir a medias,

sin exaltaciones, sin brazos de amor,

abarrotada de saetas que segmentan alma, cuerpo y corazón.


Ella afila sus historias mientras yo me instalo en su memoria,

yo me maquillo la imprudencia mientras ella me relata sus vivencias,

alguien me espera en la esquina en el justo instante en el que yo deseo tenerla en mi otra vida,

alguien la espera tras un umbral de ironía, mientras yo la sujeto con mi compañía,

ella y yo claramente no logramos entender tanta sincronía,

yo me despido suavemente, ella sonrie y me sujeta,

beso su piel tan suave, tan tersa y miro mientras se aleja,

mientras me desvivo por sus caderas.


Atonita y cansada me marcho con ella, sin estar a su lado,

acostumbrada y herida se duerme soñando sinfonías,

el reloj camina, yo me detengo, ella se hipnotiza,

la madrugada se ahoga, ella me inventa, yo me voy,

por miedo al amor, por confiar más en la desolación.

Es mejor que nunca sepa muy bien quien soy,

si lo descubre me atrapa y el cosmos estalla a nuestro favor,

y para las gentes eso no es exactamente lo que desea Dios.

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