Un piano se escucha a lo lejos, no sé si son tus pupilas danzando o mi
quiero, tocando la puerta.
La noche está abarrotada de
ternura y yo, yo me he contenido de decirme a mí misma, que los límites están
aquí en la tierra, que allá en mi planeta, no soy una mujer de la vida alegre,
solamente soy la niña que aprendió a volar. Y si fuera puta ¿A ustedes qué más
les da?
Pienso constantemente en la
distancia, en los aeropuertos que gritan los nombres de las ciudades donde me
podría instalar.
Pienso constantemente en mi
hogar, en los naranjos japoneses que pondría en la puerta, en los cuadros, el
mural de tarjetas postales y las sábanas blancas. En los libros, el olor y en
mis ojos caídos, pidiéndome perdón, casi siempre a las tres de la mañana, sin
contemplación.
Un vendaval se aproxima ¿No lo
escuchás? Son los jinetes del apocalipsis, obligándome a evolucionar,
porque se viene lo inevitable y no he hecho el brindis final, no he dejado de
reprocharme la parsimonia de mi despedida astral, quise tirar las puertas y
escupir el asfalto. A cambio de eso, lloré sosteniendo mi planta y mi litro de
licor. Así es el amor.
Esto es una subasta, tengo para
ofrecer unos ciento cincuenta escritos y una piel con retazos blancuzcos, gritos silenciosos y lágrimas de emoción.
Tengo un catálogo de futuras arrugas y un diccionario de palabras que me
invento cuando no tengo con quien hablar. También presumo de ser propietaria de
un Océano Pacífico de dudas y monólogos alcoholizados que siempre dirán que el
amor es otra cosa, porque vamos, el amor es en definitiva, otra cosa.
La vida es esto, pero el amor
tiene un corazón de balanza que tiembla de temor, se hace pequeñito y agradece
la intención. El amor no sabe para dónde voy, pero me frota la espalda y me
dice suavecito, no pasa nada tonta, voy
con vos.
-Pasajeros del vuelo IBE5050, con destino a la ciudad de los petons, por
favor, tengan sus documentos en mano, dentro de poco les llamaremos para
abordar.
Se escucha un arrabel de fondo, no
sé si es mi destino final o mis manos encendiéndose una vez más, pero suena a
tentación, suena a la salvaje espera de mi constelación. El bullicio se
emancipó, no pasa nada tonta, voy con
vos.
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