jueves, 25 de junio de 2009

La vida es un desaire, un augurio cotidiano.


Me lo dijo Benedetti, se lo leí a Neruda y aun así no lo comprendí…
La vida es un desaire, un augurio cotidiano:
La vida es básicamente hablando la madurez y el desencanto, el instante perdido y el segundo recuperado, es la constante prueba para mostrarte que no entiendo de política ni de religión, pero entendí la vida cuando escuché el tono de tu voz.
Yo no sé de madurez ni de reacción, nunca comprendí porque la gente siempre dice adiós, nunca aprobé esa teoría absurda de que existen reglas en el amor, nunca acepté una probabilidad en mi corazón, nunca me vi acompañada y ahora nunca me veo sin ti.
Yo no quiero, te juro que no quiero otoño en Barcelona ni un despertar veraniego en Escocia, luego de conocerte comprendí que la vida es perpetua si te miro sonreír, yo no quiero y no sé porque es tan difícil de decir, pero yo no quiero despertarme en diez años y entender que no despiertas junto a mí.
Yo no quiero verte marchar, probablemente te he decepcionado de muchas formas pero ninguno de mis errores fueron creados concientemente, yo solo he despertado varias veces sin saber que te enfadó, me he dormido varias noches con ese sinsabor, de no saber hasta donde soy capaz de facilitarte emoción, he cruzado ese portón buscando la forma de conseguir contentarte a como lo haces tu, de conseguir tu beso a como siempre lo consigues tu, de conseguir que me abraces y olvides la discusión a como siempre lo obtienes tu y que esta vez que pidas de nuevo que no te suelte.
Esta mañana caminaba por las calles que he recorrido a tu lado y sin ti, pero hoy particularmente me sentí sola, sentí que a mi derecha no iba tu risa, ni tu olor, ni tu recuerdo, sentí tanto enojo, tanta impotencia; yo te extraño y tú no vienes, yo quiero pedirte disculpas por mi imperfecto amor y tú no apareces, yo quiero que te quedes y tu no me permites decirlo.


Si te perdiera,
Sería imposible localizar el dolor,
Me dolería en todos los rincones de mi cuerpo por igual…
Si te perdiera,
Odiaría a quienes se odian,
Envidiaría a quienes se aman,
Y te esperaría,
Te esperaría en mi cama cada mañana…
Si te perdiera, habría perdido la fuerza, el intento, la tregua…
Si te perdiera,
Dime cariño,
¿Que sería yo si te perdiera?...

lunes, 22 de junio de 2009

Sanando Heridas...


“La noche es una puta divertida, pero cobra factura.”
Ricardo Arjona.


Se me enredaban las sabanas en las mañanas, buscando huir, con mi ropa, mi cigarro, mis gafas y el vacío, se me enredaban los recuerdos y los nombres, los instantes y las camas, se me enredaba la vida, pero estaba a salvo, a salvo de mi conciencia, mi bienestar y de todos esos ideales que la gente se inventa para la eternidad.
No tenía que impresionar ni cuidar a nadie, no tenía que decir “te amo”, no tenía que esperar ni hacer las cosas bien… Solo hacerlas, a mi manera, como quisiera, no importaba si era decente o recatada, al final sabía que mis medios calientes harían volver a mis orgasmos mal hechos, a mi remordimiento y a mis ganas de tener ganas.
Muchas veces, casi todas, no sabía si pagar o agradecer, nací con el don o la maldición de saber hablar, de decir y decir hasta conseguir mi objetivo.
En medio de clases estuve ebria muchas veces, escribiendo incoherencias en mis cuadernos de poesía, sintiendo como más de una vez en clase al pensar y pensar terminaba ida, en mi contra, en contra de las verdades clandestinas de las que no me gustaba hablar.
Bares, nacionalidades y al caer la noche, mi miedo a andar.
Te conocí en febrero pero no sabes todas las cosas que hice en enero, te amé un septiembre pero no imaginas lo que hice de febrero a septiembre en contra de mi otra yo por ti, por el anhelado “tu y yo”, no sabías nada de mi, solo malas referencias, yo era tu peor decisión y lo ignoraste, tu eras mi condena y yo te enseñé a rodearme las cadenas en las venas. En fin… luego hablaré de ti con más detenimiento, ahora necesito leerme y entenderme, sanarme las heridas que yo misma me provoqué siendo indiferente.

Fotografía: Personas Metro - Marta Aguiar Simancas.