lunes, 10 de diciembre de 2012

Imán.


¿Alguna vez te han dicho que sos la magnificencia del ocaso hecha mujer?

La mañana despierta, tan densa y agotada como vos. Con tu voz de domingo lluvioso, tierno, acogedor.
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Buscás siempre la forma de que hasta el mismo “buenos días” se impregne en el corazón, encontrás los motivos para ofrecer en todo momento una sonrisa de esas, creadas a perfección de Dios. 

El día transcurre, el tiempo se extingue en un santiamén y mientras yo pienso que estoy más íngrima que ayer, vos venís con una de esas respuestas, inconcretas e incorrectas, pero siempre justas, siempre verdaderas. 

La tarde se aproxima y yo me abarroto de esa alegría, esa tuya. Esa que exclamás cuando al recibirme se te dibuja una felicidad inigualable, como si trajera buenas noticias conmigo, aun sabiendo que la buena noticia sos vos. Siempre vos.

¿Alguna vez te han dicho que tus brazos son las saetas que exterminan la desolación?

De pronto me tenés rodeada, me resguardás de toda la incompetencia humana, me protegés del destino y sus absurdas proezas, sus desgastantes patrañas. Mi burbuja, mi válvula de escape, mi guarida secreta.

La noche se aproxima, la copa te la lleno yo. Brindemos por el llanto de felicidad, por esas frases asertivas, por la eterna complicidad. Brindemos por favor, porque sos la recompensa perfecta cada vez que la intransigencia me intercepta.

¿Alguna vez te han dicho que sos justa y necesaria?
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Bienvenida a la eternidad mi amor, a partir de hoy sos explícitamente inmortal, a partir de hoy me agrandás de mil formas nuevas el corazón. 

A partir de hoy la belleza de tus comillas se multiplica, la grandeza de tu inocencia se maximiza en una burbuja abastecida de esencia perpetua. 

A partir de hoy no sos buena ni mala, simple y sencillamente sos mejor, superior a los criterios a destiempo, superior a los rostros que dibuja el mal tiempo. 

A partir de hoy sos una viva imagen de la evolución del cosmos, una esperanza nueva en este mundo y su falsedad sin tregua. Porque existís y que buena suerte la mia, existís y yo tengo la inigualable dicha de caminar con vos  por las avenidas. Enhorabuena mi vida, sos la luz que siempre satisface, siempre ilumina.

PD: Für immer.
PD2: Por mi culpa.
PD3: Vos y esa preciosa energía.
PD4: Palmeras, limones, sal.
PD5: Vos, conmiguito. 

martes, 4 de diciembre de 2012

4 de diciembre del 2012.



Yo también le tengo miedo a perderte. ¿Eso te ayuda?

No soy de palabras, claramente no te digo ni un leve porcentaje de lo que pienso, siento, enumero. Pero soy así y creo que me quieres de sobra para soportar todo lo que soy y lo que no soy. En realidad no lo creo, lo sé. 

Esto es parecido al tiempo a destiempo, no te he hablado de ello. Pero tengo la esperanza acomodada, no sé dónde ni cómo, pero la tengo amaestrada para entender que no soy dueña de casi ninguna decisión humana. La vida es esto, un torrente de utopías realizables. 

Me la vivo de optimista, de inconforme, de sensible-insensible, me la vivo, con eso me sobra. 

No tengo la aurora, no soy dueña de ninguna máquina que regrese el tiempo ni quiero serlo, no tengo las posibilidades para destruirlo todo y construirlo de nuevo. No tengo las metáforas adecuadas y tú me quieres tanto que no dudas de mi capacidad, duda hoy, te lo pido como un favor. 

Perdóname por el silencio, por no poder decirte en realidad lo que pasa por mi mente, no soy fácil de descifrar, por eso le doy gracias a la vida que ya sepas de mi algo más que lo habitual.

¿Será que le puedes hablar de mi vida a la gente en el futuro? Mi orgullo no me permite decir lo mucho que me afectan ciertos momentos, ya sabes, mi vanidad y mis tormentos.

Es todo por hoy, yo acabo de hacerte inmortal, lo digo como comentario inconforme y poco trascendental. Por lo pronto seguiré siendo una simple mortal. Por hoy me resulta cómodo lo que es levemente artificial, y no hay nada más básico y empírico que un transeúnte adicional.

Quisiera darte un beso de rescate, quisiera acurrucarme contigo durante horas, quisiera que me abraces con tu eternidad, quisiera… Pero estoy muy lejos. Me lo recuerdo cada vez que despierto.

En fin, te quiero. 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

A la puta vida


“Vida, mi vida. ¿Qué has hecho de mi vida?”

De pronto un día, se le olvidó controlar su tono al hablarme, empezó a delirar, su mirada era semi frustrante, semi asfixiante, semi fluctuante. De pronto un día, no midió su carácter y la envié directo a la mierda, la envié justamente a todos esos sitios a donde me había llevado y yo no quería ir.

Ya me tenía enferma, ojerosa, decaída, casi como una mala relación de esas humanas que no suelo enfrentar. Con faltantes de lectura, de emoción, como un sexo casual sin explicación. No hallaba la forma de alejarla por completo, me hacía tropezar y esos tropiezos me tenían al borde de lo mortal, y yo por mi parte no deseaba nada tan concreto. Me faltaba la respiración, todo se perdía, nada se transformaba y volvíamos a la misma historia. 

Siempre era un círculo vicioso, me miraba, yo le coqueteaba, me permitía encender un cigarrillo aunque lo odiaba, me servía el mismo trago en la misma copa rota, me mordía los labios, y finalmente yo, fácil e indiscreta me dejaba llevar por sus incontables jugarretas. Pero nada, yo nada que me sentía llena. 

Casi nunca he querido reaccionar. La sigo retando de la misma forma, le escribo mientras ella me cercena, la toco mientras los años me atropellan, las manos se me arrugan, la sonrisa se me arrastra, cada día menos culta, cada segundo menos basta, pero es mi sonrisa y ella a veces me la regresa remendada. 

Ella está enamorada de mí, me hace guiñarle el ojo al espejo cada mañana mientras siento como sus labios me erizan la espalda, mientras una ducha caliente me consuela insana. Ella está enamorada de mí y yo de ella.

La amo aunque sienta que a veces merece ser abandonada. Ella, digan lo que digan, me ha conducido veinticuatro veces y siempre por localidades distintas, me perdona mis excesos y mis noches de bohemia, mis noches de sincera, mis noches de mentirosa, mis noches de amnésica.

Ella se sienta en mi regazo mientras le soy infiel con una pluma y un papel, me espera con más devoción que Penélope mientras soy yo quien desteje su manto. 

Me levanta y creo que me está reconquistando, por ejemplo hoy, me beso en los labios luego de hacerme reír a carcajadas. Por ejemplo ayer, caminó a mi lado cuando yo en realidad no tenía una ruta alterna y necesitaba correr. Por ejemplo antier, me generó querer lo que pensé no podría volver a querer. Por ejemplo hace un mes, me hizo sentir que sentía otra vez. 

Que me sirva el trago en la misma copa rota, que me permita encender un cigarrillo y que se siente en mi regazo.

Hoy ella es mi invitada especial, porque sé que aunque me vaya y regrese oliendo a cantina, a un perfume ajeno o a una ciudad distinta, ella siempre está expectante, siempre estará esperando el momento adecuado para decirme al oído que le gusto más que en el pasado. Para decirme que la madurez me sienta bien y será en ese instante en el que yo la ame intensamente, a como no lo he logrado hacer.


lunes, 22 de octubre de 2012

Más infinito.





Me tiemblan las manos mientras capturo cada momento, los instantes se sincronizan y ya no me irrumpen tanto los silencios. Busco un tacto entre las multitudes, entre todos estos abismos tan concretos.

La vida me absorbe, mis ojos observan con más profundidad, los sueños ya no caminan, ahora vuelan sin ser inauditos, sin tanto aparentar. Las realidades se ajustan a una naturaleza efervescente, a un paso acelerado, a este yo que la gente cree inerte. 

Mis brazos son acordes, las yemas de mis dedos aún tienen ese fuego tan mío. La picardía se me escurre insana, la nicotina me provoca y vuelvo a la misma historia, mi esencia convertida en sombra. Mi muerte temiéndole a la juventud de mis labios y mi corazón a carcajadas expulsando todo lo inhumano. 

Han pasado los años, arrastro cada batalla perdida y cada victoria, llevo conmigo toda esta delicadeza al actuar, todo este morbo al soñar, todo absolutamente todo este atrevimiento que me hace suspirar.

Han pasado las almas, sanas e insanas. Han pasado sobre mí los espasmos del destino. He pasado y todo ha pasado conmigo.

Hoy respiro. Sin tapujos, respiro.


sábado, 6 de octubre de 2012

Voar...




"Y raptarte un par de días más conmigo"

Quisiera robarte un color, visualizar los matices de tu cintura, extender el instante en el que se clava en mis ojos tu mirada aurora boreal.

Caminar por tus calles abarrotadas y a la vez desiertas, conservar en mi memoria el lapso concreto de mis labios besando tus muslos y mis manos acariciando el relieve de ese texto que jamás fue casualidad. 

Mirar contigo como se alargan las avenidas, como oscurece un nuevo día, mientras ese trébol de cuatro hojas se desliza junto a mí, con la incertidumbre transitable de una localidad desconocida.

Deseo conservar eternamente en mi memoria la mágica belleza de tus labios entreabriéndose a tu destreza, a tus palabras nunca estructuradas y a la naturalidad prácticamente satisfecha.

Compartir el trago, la risa, el sitio, el cigarrillo. Y que el destino sea el único testigo de que le robaste el aire a una ciudad en un latido, que el destino sea el único cómplice adicional, mientras los kilómetros no nos permiten apaciguar la desdicha de saber que los minutos temporalmente se llegan a agotar.

Tengo instaladas en mi memoria las colillas de tabaco mentolado que a tu lado consumí, tengo todos estos excesos y una necesidad absurda de repetir, una necesidad infame de mirarte hurgando tanta ambigüedad. Una repentina esperanza de recorrer contigo mi capital y de rellenar un mapamundi, mientras nos burlamos de la racionalidad.

Quiero inmortalizarte entre versos, paisajes y miradas, mantenerte estoica en mi memoria, mientras busco que nos atrape la mañana. Mientras encuentro la manera de que el tequila, la chela, el cacique y el vodka se posen en nuestras mesas, mientras que nuestras lecturas amenizan una complicidad esplendida. 

Voy a llevarte conmigo a todas partes, insertaré en mis recuerdos tus historias y tu acento, brindaré en nuestro nombre cada vez que un mortal se atreva a negar la existencia de instantes perfectos, y pues nada, espérame, que yo aquí te espero con el sublime impacto de un beso de buenas noches y algunos instantes de derroche. 

Te dejo mi constante lealtad y mis brazos para que te protejan siempre de la infame humanidad, te dejo mi sonrisa y cada olor satisfecho. Pero te dejo sobre todo los años ausentes, que nos demostraron que el mundo es insano e intransigente, mientras tú y yo somos inmortales entre tanto inerte. 
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