lunes, 12 de abril de 2010

Suday…


Los días siguen transcurriendo, cada vez estoy más endeudada conmigo misma, me he quedado debiendo múltiples instantes de verdadero llanto y de verdaderas alegrías. Últimamente recorro la metrópoli, y los transeúntes siguen igual de cansados y adoloridos como hace años, últimamente me robo sonrisas, haciendo del verbo robar una acción bellísima, tan bella como cada uno de esos destellos de alegría que hurto para mi cotidiano progreso.

Tengo musa nueva, tengo aires nuevos, tengo conversaciones conmovedoras, vivencias arrasadoras, tengo de nuevo la dicha absoluta de que algo es mío, de que todo es nuestro, de que todo es de todos.
Ya sé que no tengo que hablar del futuro, pero también sé que a veces desearía regresar ciertos días para reírme a carcajadas de las desgracias que nunca esperé, cuando eran futuro, también sé que de pronto, no me estoy dando a entender.

Últimamente escribo, con el simple hecho de escribir sé que estoy sintiendo, añorando y surgiendo de las cenizas, de los amores, de los reencuentros y del destierro, surgiendo.
Yo no sé nada de la vida, yo no sé nada de ti, yo no sé nada de la muerte, yo no sé nada de las gentes, nada, en realidad te afirmo por tercera vez que no sé nada. Solamente sé que esta semana he escrito, tanto a como he querido, tanto a como no lo hacía hace mucho tiempo, tanto a como no me lo permitían los padecimientos y los reencuentros, pero este no fue un reencuentro, fue un encuentro y te agradezco, te agradezco por todo esto.
Besos eternos para ti, besos eternos para el viento, besos eternos para las casualidades de la vida y los destellos.


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domingo, 11 de abril de 2010

El amor… el amor es otra cosa cariño.


A ti:

Yo no sé con qué rapidez transcurra el tiempo entre unos brazos, que cada vez prometen ser menos extensos, me considero totalmente ignorante en ese asunto de jugar a quererse cuando el dolor tiene mucho más que admitir.
La vida pasa, no sé si te has dado cuenta, pero la vida transcurre en segundos en los que no haces más que sustituir sonrisas por dudas, amores por desamores, diversiones por inquietudes. La vida transcurre, tus ojos lo ven, pero tu alma prefiere no entender.
Es tarde, hace frío, las aves cantan como la otra noche, indicando que va a amanecer. Pero el amor es otra cosa y no puedo marcharme hasta acabar con las interrogantes colocadas sobre un tablón de melancolía.
No se puede compensar una semana horrible con una noche de pasión, no es justo eso de tomarse de las manos solamente porque la fecha indica que se cumple tiempo, no de amor, sino de tolerancia, de jugar a entenderse, de creer que le son fieles a un sentimiento que tras de que vive forzado, se ahoga a diario amordazado por las historias que te inventas para pasar desapercibida ante un tema que generara el peor de los desconciertos.
De igual forma, yo no sé nada del amor, no creas en mis enfados ni en mis suspensos, simplemente la grandeza de tu ser se achica con el tormento, simplemente tu sonrisa podría opacarse y sería una perdida terrible para el universo…
Solamente te confieso, que no sé nada del amor, pero el amor, cariño, el amor desde este corazón embustero, anticuado y perpetuo, desde este corazón, el amor y tú no son eso, el amor y tú son otra cosa, una cosa mucho más grande, mucho más esplendorosa.
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jueves, 8 de abril de 2010

En la sucursal de tu sonrisa


Si hablamos de realidades, los momentos espesos y dolorosos nos acechan, nos inquietan, nos aletargan. Cuestionamos el amor, las relaciones, los instantes, las emociones, tú entiendes, artísticamente nos ahogamos más.

Yo no sé explicártelo, no sé explicármelo, pero en la sucursal de tu sonrisa hay eternidad. La noche transcurrió como todo aquello que no nace para morir, como todo aquello que inicia sin desear acabar, como todo aquello que te aleja de la dolorosa actualidad.
Yo no sé decirte nada, solamente la verdad, no estoy en contra de la vida, estoy en contra de despertar, de regresar a casa luego de ocho horas de extrema complicidad, me opongo totalmente a eso de planear los momentos, no hubo nada que planear.

En la sucursal de tu sonrisa, conocí melodías graves, agudas, no lo sé muy bien, eres tú quien conoce de música, yo tan solo atiendo la pasión con placer, yo solamente deseo que toques una melodía que de pronto me haga renacer.

La vida, el tiempo, el licor, los cigarrillos, el aprendizaje, la risa, el llanto, la emoción y sentir que los transeúntes no existían mientras te escuchaba saber siempre que decir, mientras tus reacciones me hacían sonreír.

Benedetti me enseñó a escribirle a todo aquello que me provocara crecimiento, Benedetti me dijo luego de dejarte en casa, que yo necesitaba que me tomaran más a menudo así de las manos, las tenía frías y tú las calentaste con tu edad, tu verdad, tu emoción y tu sinfonía.

Se diga lo que se diga, siempre hay elecciones, siempre he aprendido a escuchar y callar, a hablar, a defender y sostener… Y esta noche sostengo que no es interesante comprender el por qué de la oposición de conocerte, si debo afirmarles que la vida se tropezó conmigo una noche cualquiera y yo la sujeté, la vida se tropezó conmigo y yo me estacioné en la sucursal de tu sonrisa, en donde se dice que la viola en francés con su traducción al español significa “alto” siendo ese el sinónimo de la noche, porque por una noche deje pasar a la muerte por alto, porque por una noche todas las emociones, las connotaciones poéticas y las melodías perpetuas estuvieron a kilómetros del cielo, en la sucursal, la sucursal de tu sonrisa.

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