martes, 12 de junio de 2012

Diatriba contra mis semejantes.


Mi pueblo no marcha bien.

Tengo las manos llenas de inconformidad, una familia disfuncional, traumas, múltiples miedos, faltantes, preocupaciones, errores por resolver, dolores de cuerpo por no dormir bien y una severa agonía emocional. Me falta la motivación pero sin embargo, tengo un corazón abarrotado de sueños.

Mi pueblo, refiriéndome al mundo en general, no marcha bien. Miramos a vista y paciencia matanzas patrocinadas por la avaricia, niños utilizados como escudos humanos, animales asesinados para lucir una competencia futbolística atractiva y lujosa, tiburones lanzados al mar luego de ser destazados, destinados a una muerte abarrotada de impotencia, personas que piensan que es ofensivo referirse a alguien más como “negro”, “homosexual”, “pobre”.

Yo no sé a los demás, pero a mi se me ponen los ojos tristes, yo no puedo evitar sentir un nudo en la garganta luego de enterarme de que un padre mata a su ex esposa y minutos después solicita a su hijo llamar a la policía, o bien que un asesino circule online la forma en que desmiembra a su victima. ¿Para ustedes, honestamente, esto tiene sentido alguno? Porque para mi es inaceptable. Que alguien me lea, que alguien me ayude, porque la luz se nos apaga y en soledad no puedo reavivarla, las sonrisas cada vez son más falsas y las mentiras se nos amontonan en las espaldas. 

Si me acerco un poco más a una vomitiva realidad, mi país es un desastre, mis mandatarios fueron extraídos de la inquisición, si no contraigo matrimonio no tengo derecho a ser feliz, si soy mujer mi obligación es ser madre para ver si por pura casualidad merezco algún mérito, en mi país es mejor ser agresor, adultero, asesino y narcotraficante antes de ser homosexual. Y esto solamente me genera pena, no por mí sino por quienes piensan que esa es una idolología racional.

En mi país según el encargado de defender mis derechos humanos, debo agradecer por poder estudiar y no sufrir persecución, he llegado a afirmar que con esa forma de pensar, no tiene capacidad de discernir entre el bien y el mal, y a estas alturas del partido quien se enorgullezca de no identificar es simple y sencillamente una farsante adicional. 

Es muy fácil repartir biblias, pero créanme, es más simple saber que Dios, donde quiera que esté, ama incondicionalmente a la mujer, al hombre, al mentiroso, al avaro, al irracional, al reprimido, al estudioso, al haragán, porque según lo que me enseñó mi madre, Dios es noble y amoroso. Ojalá el de todos fuera como el mío, porque el mío me ha prohibido juzgar, porque el mío me solicita amor y tolerancia ante esta injusticia que nos ha provocado un estancamiento inevitable y vulgar.

Por favor, sientan la vergüenza y el dolor que siento yo, si ven la tragedia a millas sepan de una vez por todas que la desgracia diaria la tenemos a milímetros, que cada muerte injusta es un luto acumulado, que cada niño que es expuesto es una esperanza que se nos arrebata de las manos, cada insulto o maldición declamada atenta en contra de la veracidad del amor, que cada lágrima que no es de felicidad arrebata brutalmente un paso de progreso y le guste a quien le guste las diferencias fronterizas no nos liberan de la responsabilidad , hoy me da pavor formar parte de esta sociedad.

Hoy miro desde afuera y entiendo que no es suficiente darme una auto palmada e intentar salir adelante, necesito que alguien me lea, que alguien me entienda, que alguien me ame, necesito que alguien me enseñe, que alguien me guie, que alguien comprenda que solamente en unión podré conservar entre mis manos la certeza sin que me acobarde.

Mi mundo me necesita y también les necesita a ustedes. ¿Acaso no necesitan que alguien les lea, que alguien les entienda, que alguien les ayude y que alguien les ame? Yo no pienso ayudarles a ser asustadizos, yo definitivamente no puedo permitir que mis semejantes se dediquen a aceptar lo inaceptable. Y mi posición es irrevocable.  Que la de ustedes lo sea también, para que de pronto alguien más se nos una y logremos algo que nunca sea descrito como despreciable. Para que nuestra historia no continúe adornándose de basura, para que definitivamente logremos recuperar la cordura.
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domingo, 3 de junio de 2012

Hablemos de tus caderas.




Te sentaste justamente al borde de la vitrina, con tu mirada fija y el cuello perfumado de osadía. 

Hablemos sobre esos instantes en los que la locura se aloja en tu cintura y los lapsos se convierten en una tentación inoportuna.

Hablemos de recuerdos, esos tan fugaces e incompletos, esos tan banales e insensatos, esos que te recuerdan que el deseo puede surgir entre trincheras y manipulación. Entre tu obsesión por huir de esos sentimientos inducidos, entre culpabilidad y desolación. 

Hablemos de ese constante riesgo que corres frecuentándome, de ese deseo obsoleto y discreto, de ese “no poder” que justifica la cobardía del quehacer.

Hablemos de tu espalda, esa guarida ocasional que me provoca sujetarte indefinidamente, mientras la prisa intenta derribar tanta vanidad, mientras el calor inmortaliza a la suavidad. 

Hablemos de tu cuello, impaciente pero modesto, encadenado a mis emociones, mis canciones, mis pretextos y de cuan cobarde me siento cuando te aproximas en silencio.

Hablemos de tu entrepierna, pensando, te juro que te estaba pensando y no ahondemos, de igual forma siempre termina abarrotándome el agotamiento interoceánico. Siempre termino cayendo en un abismo de provocaciones, de encantos, tus inagotables encantos.

Hablemos de tus caderas, esas que no me permiten pensar y me agobian al partir, esas que me entrampan la lista de faenas sin cumplir. Tus caderas que sigo sigilosamente hasta que el letargo se apodere de mí, hasta que mis manos se exasperen al no sentir el leve impacto de tu frenesí.

Hablemos de tus caderas nuevamente, cargadas de un candor insolente, humedeciendo rincones pertinentes, intoxicando de emoción a los desconocidos, estremeciendo cada uno de mis suspiros.

Hablemos de tus caderas, de tu sensualidad y que se acaben los cuestionamientos, a mi me basta un poco de ti para embriagarme y olvidar que las consecuencias vienen, que los placeres se mantienen y que la dicha tarde o temprano se va.

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