jueves, 31 de octubre de 2013

Cold coffee in the morning.



“But dreams come slow and they go so fast

Me tomé mi primer café justo antes de las siete de la mañana, llevaba conmigo unas manos vacías y una cantidad de pensamientos macabra. De pronto te veo cambiando un poemario por una frase llena de horrores ortográficos y conformidad. De pronto te veo cambiándome por lo que sea, en cualquier lugar.

El segundo café lo acompañé con el profesionalismo que se invierte en la desolación, ya sin querer respuestas, ya sin sentir interés de quién quiere y quién no. Ya sin las emociones recurrentes,  y estoy segura de que ya no tiene nada de malo retorcerse en los años para saber que se sobrevive aunque se muera de cansancio.

He fingido todo el día, nunca tanto como vos, pero también sé amarrar la realidad en cualquier lugar para salir a bailar en contra de la soledad.

Normalmente cuando son las cinco de la mañana y la vida no camina, te recuerdo apagando el despertador con los ojos cerrados, en esas mañanas en las que vos y yo simplemente nos centrábamos en eso, en dos, y que todo lo demás se fuera al carajo. En los besos sin prisa y en mi rabieta en contra del reloj. El taxi siempre esperando y vos reteniéndome hasta el cansancio.

Hace días quiero escribirte, sin embargo, mis letras son un fantoche maquillado de pensamientos desenvueltos. Hace días quiero escribirte flaca, pero me dijeron que era cuestión de tiempo, que las palabras iban a fluir y mientras tanto yo me siento, me sirvo un whiskey y me condenso.

Los días son ambiguos, prefiero estar enojada, pero cuando cae la tarde y camino por los pasillos de este edificio, desearía que la gente viera normales mis ojos llorosos paseándose sin titubear.

Prefiero estar decepcionada, pero cuando llega el domingo, cuando la fiesta pasa, cuando la resaca ataca, yo deseo estar en la cama, en medio de salsa ranch, refresco de naranja y esa risa tuya tan sin igual.

Todavía tengo los libros de poesía en mi mesita, esos que leía hasta que te fueras quedando dormida en la madrugada, todavía tengo una lista interminable de canciones para vos, todavía quiero aprender a leer uno que otro guion, todavía tengo y el tiempo de nuevo me ahogó.

No debería hablar de esto, yo no debí permitirme flaquear, pero hay demasiada debilidad, yo soy la mejor de tus venganzas en contra de quienes te hicieron mal pagar, vos sos ese tormento que nos tira al suelo y huye al no sabernos levantar.

No debería hablarte de realidades pero aquí no se te ha dejado de extrañar y estar molesta me hace sufrir una fracción adicional.

Por el momento me despido, he aprendido a disfrutar mi mirada triste y mi ceño fruncido. He aprendido a quedarme sola y sufrirte en paz, no tengo prisa, por tu parte no te vas a decepcionar, soy la misma mujer y hasta creo que ahora valgo un poco más.