¿Te acordás de la primera vez que
me leíste?
Yo sí. Tenías en los labios esa
saliva que brota de las conversaciones bien gesticuladas. Tenías aquel sabor a
biblia en la espalda y aquel aroma a bienvenida que nos encanta, una sonrisa de
café con leche y dos de azúcar. Y esas
orejas tuyas, irresistiblemente gratinadas.
¿Te acordás de la primera vez que
nos sentimos?
Yo sí. Tenías una melancolía
disfrazada de armadura y las caderas como siempre, inoportunas. Tenías un par
de versos impresionantes en el escote y tus improvisados retoques para sentirte
la dueña de la noche. Yo dejaba de sentirme mía y te correspondía el derroche.
¿Te acordás de la primera vez que
te escribí?
Yo sí. Hablaste de mi musa, de su
fortuna, de sus ataduras. Te sentiste ofendida al pensar que le escribía a
otra. Yo me hice la muda y te fingí estar afónica. Te abracé por la espalda y
te llené la mesa de copas.
Tuvimos incontables problemas
gravitacionales, pero si no eran tus alas eran las mías, si no eran tus dientes
eran mis manos, si no era mi vulgaridad era tu insinuación, si no eras vos era
yo, pero sin lugar a dudas ardían los pabellones y se enaltecían las
constelaciones.
Te veías tan linda tarareándome
canciones, me veía tan yo viviéndote entre artísticas pasiones.
Nos veíamos profundamente y sin
contradicciones.
La fiesta continuaba al bajar los
telones.
El otro día olí tu perfume por la
calle y recordé cuando te dije que cuando era feliz no podía escribir.
¡Ya sabrás por donde anda la
cosa!
Olí tu perfume por la calle y
llené un blog de notas con lo buena que soy perdiendo, pero también, con lo
feliz que me hacía adorarte.
Últimamente me han parecido un
poco más espaciosos los rincones, los libros se me caen debajo de la cama
cuando me quedo dormida sentada, no suenan violines ni corazones.
Los parques están constantemente
húmedos por la lluvia, pisar hojas secas y soñar parece estar sobrevalorado en
esta época del año.
Sin embargo, hago lo mejor que
puedo, no tengo que repetirte lo poco suicida que soy, pero hay muchos asesinos
de canciones allá afuera. Estoy un poco indefensa y se me ha ido olvidando la
forma en la que me decías que era eterna.
En fin, se me hace tarde. Siento
la imperiosa necesidad de escaparme.
2 comentarios:
Creo que siempre que lo lea me va a provocar el mismo frenesí. Me encanta y es poco...
Amo pasar por este blog y leerte!
Abrazo
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