lunes, 19 de enero de 2015

La milonga del mañana.


Voy a prepararte un porro y una copa de vino. Te espero por la noche en mi piso, vivo tan al sur como la gente dice.

La llave estará bajo la puerta. No me hagás ir al aeropuerto por vos, porque no sabré manejar mis pulsaciones, llevo varios días, por no decir que todos desde que cambié mi código postal, riéndote y sufriéndote. No es necesario preguntar, yo también tengo mis verdades.

Mis sábanas están blancas, intactas sin vos, agobiadas sin vos, cubiertas de mí, para vos.

Ya he ido a comprar todo lo que necesitamos para embriagarnos, el postre que te gusta y los ingredientes de tus platillos favoritos. Te he extrañado la vida, aunque la vida no me alcance de lo mucho que te extraño.

He leído muchos libros, en todos te he encontrado sin decirlo. Te verías tan linda leyendo a mi lado en el metro.

No tenés nada que envidiarle a la Maga, a Luz, a Gala, a Avellaneda ni a Sheccid, sos la más intensa inspiración de esta novata, pero a estas alturas, creo que decirlo sobra. (Justo al terminar de escribirlo me suenan las entrañas, la ansiedad de tu llegada me impacienta).

Sé que vas a querer hablar de tu viaje, de la gente en el aeropuerto y de lo mucho que te estorbó compartir tu asiento. Habrá tiempo para todo, sin embargo, te digo sin tapujos que estoy cansada de no quitarte la ropa.

Quiero contarte los huesos y las risas, bajar la luz sin apagarla por completo, para visualizar detenidamente el paso de la oscuridad por tus caderas. Quiero olfatearte despacio y acoplarme en tus muslos, como pieza de rompecabezas.

Podés dejar allá todas las preguntas y las disculpas, no me detuviste, no miré atrás, ya pagamos nuestras culpas. Las derrotas van a desaparecer rápido y tus bragas negras, despacio.

El clima está frío, pero no será necesaria tanta ropa, desde ya es impecable el calor. Te van a encantar los cuadros y los matices de cualquier bandoneón.

Esta carta es solamente la primera bienvenida a tu futuro próximo, esta casa es tuya a partir de este instante. Yo soy tuya desde hace bastante, pero el tiempo es relativo. Venís a vivir, a vivirme. Venís a mi lado para crear constelaciones y atrapar estrellas. Venís y la emoción logra atragantarme.

Buen viaje, te espera el paraíso que soñaste, te espera la mujer adicta al desastre que no pudo olvidarte. Te esperan mis libros, mis letras, mis tazas de café, mis desaires que hoy son Buenos Aires. Te esperan los amaneceres por mi ventana y a mí me esperan las eternas madrugadas sobre tu espalda.

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