domingo, 21 de febrero de 2010

Que te amo y que me amas...


Me marcho de estas tierras injustas,
me arrastro frente a ti y no precisamente porque lo merezcas,
yo entiendo, yo entiendo, yo entiendo, yo nunca te entendí.

Cambié mil veces mi semblante esperando que eso generara alegría
pero simplemente me degeneraba, me engañaba y me cago en tu osadía,
me cago en todos esos instantes de asquerosa cobardía.

Y yo sabía que necesitaba más cariño, más verdad, menos inseguridad,
eras el arma asesina y yo te impulsaba a matar_me_ me_ me_ me.

Tengo tanto de no plasmar, pensaba que era feliz y eso me lo impedía
pero en realidad me estaba ahogando entre flagelos y tantas sonrisas, falsas sonrisas que injustamente me dibujaban atardeceres que siempre fueron el fin de mi mundo inmundo, edificios que ocultaban tugurios, tú y tu agonía, yo y mis simulacros de vida.

Así nos amábamos, sufriendo, dándole cuerda a un maldito reloj de desconcierto,
jugando al escondite siempre y cuando no nos halláramos en ningún momento sin las ropas que nos cubrían de desearnos antes de tiempo o después de tanto tiempo, así éramos, insensibles mientras llorábamos a cantaros mirándonos partir, seres cargados de insalubridad, compartiendo una cama con destreza y conformidad…

Pero te amaba, pero te amo… pero me amabas, pero… me amas.

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