“Vida, mi vida. ¿Qué has
hecho de mi vida?”
De pronto un día, se le olvidó controlar su tono al hablarme,
empezó a delirar, su mirada era semi frustrante, semi asfixiante, semi
fluctuante. De pronto un día, no midió su carácter y la envié directo a la
mierda, la envié justamente a todos esos sitios a donde me había llevado y yo
no quería ir.
Ya me tenía enferma, ojerosa, decaída, casi como una mala
relación de esas humanas que no suelo enfrentar. Con faltantes de lectura, de
emoción, como un sexo casual sin explicación. No hallaba la forma de alejarla
por completo, me hacía tropezar y esos tropiezos me tenían al borde de lo
mortal, y yo por mi parte no deseaba nada tan concreto. Me faltaba la
respiración, todo se perdía, nada se transformaba y volvíamos a la misma
historia.
Siempre era un círculo vicioso, me miraba, yo le coqueteaba,
me permitía encender un cigarrillo aunque lo odiaba, me servía el mismo trago
en la misma copa rota, me mordía los labios, y finalmente yo, fácil e
indiscreta me dejaba llevar por sus incontables jugarretas. Pero nada, yo nada
que me sentía llena.
Casi nunca he querido reaccionar. La sigo retando de la misma
forma, le escribo mientras ella me cercena, la toco mientras los años me
atropellan, las manos se me arrugan, la sonrisa se me arrastra, cada día menos
culta, cada segundo menos basta, pero es mi sonrisa y ella a veces me la
regresa remendada.
Ella está enamorada de mí, me hace guiñarle el ojo al espejo
cada mañana mientras siento como sus labios me erizan la espalda, mientras una
ducha caliente me consuela insana. Ella está enamorada de mí y yo de ella.
La amo aunque sienta que a veces merece ser abandonada. Ella,
digan lo que digan, me ha conducido veinticuatro veces y siempre por
localidades distintas, me perdona mis excesos y mis noches de bohemia, mis
noches de sincera, mis noches de mentirosa, mis noches de amnésica.
Ella se sienta en mi regazo mientras le soy infiel con una
pluma y un papel, me espera con más devoción que Penélope mientras soy yo quien
desteje su manto.
Me levanta y creo que me está reconquistando, por ejemplo
hoy, me beso en los labios luego de hacerme reír a carcajadas. Por ejemplo
ayer, caminó a mi lado cuando yo en realidad no tenía una ruta alterna y
necesitaba correr. Por ejemplo antier, me generó querer lo que pensé no podría
volver a querer. Por ejemplo hace un mes, me hizo sentir que sentía otra vez.
Que me sirva el trago en la misma copa rota, que me permita
encender un cigarrillo y que se siente en mi regazo.
Hoy ella es mi invitada especial, porque sé que aunque me
vaya y regrese oliendo a cantina, a un perfume ajeno o a una ciudad distinta,
ella siempre está expectante, siempre estará esperando el momento adecuado para
decirme al oído que le gusto más que en el pasado. Para decirme que la madurez
me sienta bien y será en ese instante en el que yo la ame intensamente, a como
no lo he logrado hacer.
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