Me tiemblan las manos mientras
capturo cada momento, los instantes se sincronizan y ya no me irrumpen tanto
los silencios. Busco un tacto entre las multitudes, entre todos estos abismos
tan concretos.
La vida me absorbe, mis ojos
observan con más profundidad, los sueños ya no caminan, ahora vuelan sin ser
inauditos, sin tanto aparentar. Las realidades se ajustan a una naturaleza
efervescente, a un paso acelerado, a este yo que la gente cree inerte.
Mis brazos son acordes, las yemas
de mis dedos aún tienen ese fuego tan mío. La picardía se me escurre insana, la
nicotina me provoca y vuelvo a la misma historia, mi esencia convertida en
sombra. Mi muerte temiéndole a la juventud de mis labios y mi corazón a
carcajadas expulsando todo lo inhumano.
Han pasado los años, arrastro
cada batalla perdida y cada victoria, llevo conmigo toda esta delicadeza al
actuar, todo este morbo al soñar, todo absolutamente todo este atrevimiento que
me hace suspirar.
Han pasado las almas, sanas e
insanas. Han pasado sobre mí los espasmos del destino. He pasado y todo ha
pasado conmigo.
Hoy respiro. Sin tapujos,
respiro.
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