lunes, 12 de abril de 2010

Suday…


Los días siguen transcurriendo, cada vez estoy más endeudada conmigo misma, me he quedado debiendo múltiples instantes de verdadero llanto y de verdaderas alegrías. Últimamente recorro la metrópoli, y los transeúntes siguen igual de cansados y adoloridos como hace años, últimamente me robo sonrisas, haciendo del verbo robar una acción bellísima, tan bella como cada uno de esos destellos de alegría que hurto para mi cotidiano progreso.

Tengo musa nueva, tengo aires nuevos, tengo conversaciones conmovedoras, vivencias arrasadoras, tengo de nuevo la dicha absoluta de que algo es mío, de que todo es nuestro, de que todo es de todos.
Ya sé que no tengo que hablar del futuro, pero también sé que a veces desearía regresar ciertos días para reírme a carcajadas de las desgracias que nunca esperé, cuando eran futuro, también sé que de pronto, no me estoy dando a entender.

Últimamente escribo, con el simple hecho de escribir sé que estoy sintiendo, añorando y surgiendo de las cenizas, de los amores, de los reencuentros y del destierro, surgiendo.
Yo no sé nada de la vida, yo no sé nada de ti, yo no sé nada de la muerte, yo no sé nada de las gentes, nada, en realidad te afirmo por tercera vez que no sé nada. Solamente sé que esta semana he escrito, tanto a como he querido, tanto a como no lo hacía hace mucho tiempo, tanto a como no me lo permitían los padecimientos y los reencuentros, pero este no fue un reencuentro, fue un encuentro y te agradezco, te agradezco por todo esto.
Besos eternos para ti, besos eternos para el viento, besos eternos para las casualidades de la vida y los destellos.


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