jueves, 8 de abril de 2010

En la sucursal de tu sonrisa


Si hablamos de realidades, los momentos espesos y dolorosos nos acechan, nos inquietan, nos aletargan. Cuestionamos el amor, las relaciones, los instantes, las emociones, tú entiendes, artísticamente nos ahogamos más.

Yo no sé explicártelo, no sé explicármelo, pero en la sucursal de tu sonrisa hay eternidad. La noche transcurrió como todo aquello que no nace para morir, como todo aquello que inicia sin desear acabar, como todo aquello que te aleja de la dolorosa actualidad.
Yo no sé decirte nada, solamente la verdad, no estoy en contra de la vida, estoy en contra de despertar, de regresar a casa luego de ocho horas de extrema complicidad, me opongo totalmente a eso de planear los momentos, no hubo nada que planear.

En la sucursal de tu sonrisa, conocí melodías graves, agudas, no lo sé muy bien, eres tú quien conoce de música, yo tan solo atiendo la pasión con placer, yo solamente deseo que toques una melodía que de pronto me haga renacer.

La vida, el tiempo, el licor, los cigarrillos, el aprendizaje, la risa, el llanto, la emoción y sentir que los transeúntes no existían mientras te escuchaba saber siempre que decir, mientras tus reacciones me hacían sonreír.

Benedetti me enseñó a escribirle a todo aquello que me provocara crecimiento, Benedetti me dijo luego de dejarte en casa, que yo necesitaba que me tomaran más a menudo así de las manos, las tenía frías y tú las calentaste con tu edad, tu verdad, tu emoción y tu sinfonía.

Se diga lo que se diga, siempre hay elecciones, siempre he aprendido a escuchar y callar, a hablar, a defender y sostener… Y esta noche sostengo que no es interesante comprender el por qué de la oposición de conocerte, si debo afirmarles que la vida se tropezó conmigo una noche cualquiera y yo la sujeté, la vida se tropezó conmigo y yo me estacioné en la sucursal de tu sonrisa, en donde se dice que la viola en francés con su traducción al español significa “alto” siendo ese el sinónimo de la noche, porque por una noche deje pasar a la muerte por alto, porque por una noche todas las emociones, las connotaciones poéticas y las melodías perpetuas estuvieron a kilómetros del cielo, en la sucursal, la sucursal de tu sonrisa.

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