miércoles, 13 de marzo de 2013

Demais


Porque sus ojos al mirarme siempre van más allá de mis pupilas, como un encuentro místico entre la contrariedad y la indeseable rutina.

Porque mis labios censurados besan cada leve acercamiento de su aroma.

Porque mis brazos acorralados sostienen siempre un trago en vez de su cintura multifuncional.

Porque la magia fluye insana, la vida no basta y las frases me atrapan angosta ante la intimidante jornada.

Porque la brindo, la fumo, la elevo. Porque cada sorbo a su nombre invoca un nuevo ritual, una locura abstracta entre realidad y fantasía a medio terminar.

Porque no logro alcanzarla y sin embargo, no lo dejo de intentar.

Porque la muerte es avara y yo me la juego de infame ante su presencia tan letal.

Porque hay emociones que van siempre más allá de la tempestad.

Porque sonrío de más, porque lato muy fuerte, porque no sé hacia donde caminar.

Porque al verla dormida sobre mi piel, he comprendido que la inercia a veces cae bien.

Porque lo considero una acción forzada, buscar desintoxicarse de mí sin desear hacerlo.

Porque  la mañana es incolora.

Porque la tarde se desliza acostumbrada.

Porque la noche y la madrugada son una lluvia de sospechas agraviadas.

Porque la magia es demasiada pero nunca un exceso.

Porque ella va más allá de cada una de las células que presumen andar al compás de los demás.

Porque  ella no me cabe en palabras. 

Porque ella es más que prosa, más que poesía, más que eternidad.

Porque ella es la sublimación de mi realidad.

Porque ella es la utopía realizable, la mengana distante.



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