No supe que hacer con su sonrisa, no logré
hacerla sentir merecedora de ninguna fortuna.
Ella, con un paso vago y maltrecho me abandonó
a como dicen que se abandonan los libros viejos.
Ella, irreverente e inaccesible jugó al
escondite con la felicidad y nos sujetó a cambios intransigentes, nos dio la
espalda y yo no di para más, fue un disparo a quemarropa, una sonrisa fingida y
un mar de copas.
No he sido muy brillante seleccionando mis
futuras despedidas, pero soy irreductible, tengo un talento especial para
conseguir heridas profundas, de esas que matan las letras y las noches de
locura.
No he sido muy verbal, confieso que los años me
han enseñado a callar mi ambigüedad, me denomino una válvula de escape, un ser
humano capaz de amortiguar cualquier mal, una mujer de pocas noches ya que la
magia perpetua nadie me la ha sabido demostrar.
El trago a tiempo, la luna de media noche, la
cama desarreglada, el silencio, el baúl de los momentos indiscretos, y yo, entregada completamente a la bendita
soledad, a ese sentimiento de duelo que no se quita ni con tequila barato, a
esa ausencia apocalíptica que empapa el mes, a un temporal naufragio.
El crimen está cometido, me quito los zapatos,
la camisa y me entrego a una insatisfacción disfrazada de dictadura, me
entretengo con la suavidad de la victoria inexorable que deja la amargura y
aplaudo a los mortales sus fisuras.
El
rincón de mi cama se encuentra inhabitado, de pronto y a ratos, siento nuestro
aroma deslizarse por alguna prenda, bajo la mirada y le pido a la pasión que un
día cualquiera me sorprenda.
Sigo siendo de pocas palabras, la comunicación
visual sigue abriendo brechas. Yo la dejo irse, ella se declama más fuerte y
satisfecha, yo no le miento, le admito sentirme indefensa.
La vida sigue ciclos, hay quienes terminan lo
que no comienzan y hay otros, como yo, que de pronto sueñan, vuelan, se
derriten y se congelan.
Un paso hacia adelante y dos hacia atrás, yo no
respiro para tragarme los desaires. No vine a ser perfecta, vine a ser
irremplazable… Ella lo sabe mejor que nadie.
3 comentarios:
Sos de esas mujeres que nunca se olvidan. De las que pueden recibir el golpe de la puerta y abrir la ventana.
Preciosa. Gracias...
He venido por primera vez a su blog. Me gusta, tanto en su diseño como en lo que escribes. Me apunté como seguidor suyo y la invito a que venga a mi blog, se apunte de seguidora para quedar enlazados y seguirnos comunicando.
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