sábado, 6 de octubre de 2012

Voar...




"Y raptarte un par de días más conmigo"

Quisiera robarte un color, visualizar los matices de tu cintura, extender el instante en el que se clava en mis ojos tu mirada aurora boreal.

Caminar por tus calles abarrotadas y a la vez desiertas, conservar en mi memoria el lapso concreto de mis labios besando tus muslos y mis manos acariciando el relieve de ese texto que jamás fue casualidad. 

Mirar contigo como se alargan las avenidas, como oscurece un nuevo día, mientras ese trébol de cuatro hojas se desliza junto a mí, con la incertidumbre transitable de una localidad desconocida.

Deseo conservar eternamente en mi memoria la mágica belleza de tus labios entreabriéndose a tu destreza, a tus palabras nunca estructuradas y a la naturalidad prácticamente satisfecha.

Compartir el trago, la risa, el sitio, el cigarrillo. Y que el destino sea el único testigo de que le robaste el aire a una ciudad en un latido, que el destino sea el único cómplice adicional, mientras los kilómetros no nos permiten apaciguar la desdicha de saber que los minutos temporalmente se llegan a agotar.

Tengo instaladas en mi memoria las colillas de tabaco mentolado que a tu lado consumí, tengo todos estos excesos y una necesidad absurda de repetir, una necesidad infame de mirarte hurgando tanta ambigüedad. Una repentina esperanza de recorrer contigo mi capital y de rellenar un mapamundi, mientras nos burlamos de la racionalidad.

Quiero inmortalizarte entre versos, paisajes y miradas, mantenerte estoica en mi memoria, mientras busco que nos atrape la mañana. Mientras encuentro la manera de que el tequila, la chela, el cacique y el vodka se posen en nuestras mesas, mientras que nuestras lecturas amenizan una complicidad esplendida. 

Voy a llevarte conmigo a todas partes, insertaré en mis recuerdos tus historias y tu acento, brindaré en nuestro nombre cada vez que un mortal se atreva a negar la existencia de instantes perfectos, y pues nada, espérame, que yo aquí te espero con el sublime impacto de un beso de buenas noches y algunos instantes de derroche. 

Te dejo mi constante lealtad y mis brazos para que te protejan siempre de la infame humanidad, te dejo mi sonrisa y cada olor satisfecho. Pero te dejo sobre todo los años ausentes, que nos demostraron que el mundo es insano e intransigente, mientras tú y yo somos inmortales entre tanto inerte. 
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