"Y raptarte un par de días más conmigo"
Quisiera robarte un color,
visualizar los matices de tu cintura, extender el instante en el que se clava
en mis ojos tu mirada aurora boreal.
Caminar por tus calles
abarrotadas y a la vez desiertas, conservar en mi memoria el lapso concreto de
mis labios besando tus muslos y mis manos acariciando el relieve de ese texto
que jamás fue casualidad.
Mirar contigo como se alargan las
avenidas, como oscurece un nuevo día, mientras ese trébol de cuatro hojas se
desliza junto a mí, con la incertidumbre transitable de una localidad
desconocida.
Deseo conservar eternamente en mi
memoria la mágica belleza de tus labios entreabriéndose a tu destreza, a tus palabras
nunca estructuradas y a la naturalidad prácticamente satisfecha.
Compartir el trago, la risa, el
sitio, el cigarrillo. Y que el destino sea el único testigo de que le robaste
el aire a una ciudad en un latido, que el destino sea el único cómplice adicional,
mientras los kilómetros no nos permiten apaciguar la desdicha de saber que los
minutos temporalmente se llegan a agotar.
Tengo instaladas en mi memoria
las colillas de tabaco mentolado que a tu lado consumí, tengo todos estos
excesos y una necesidad absurda de repetir, una necesidad infame de mirarte
hurgando tanta ambigüedad. Una repentina esperanza de recorrer contigo mi
capital y de rellenar un mapamundi, mientras nos burlamos de la racionalidad.
Quiero inmortalizarte entre
versos, paisajes y miradas, mantenerte estoica en mi memoria, mientras busco
que nos atrape la mañana. Mientras encuentro la manera de que el tequila, la
chela, el cacique y el vodka se posen en nuestras mesas, mientras que nuestras
lecturas amenizan una complicidad esplendida.
Voy a llevarte conmigo a todas
partes, insertaré en mis recuerdos tus historias y tu acento, brindaré en
nuestro nombre cada vez que un mortal se atreva a negar la existencia de instantes
perfectos, y pues nada, espérame, que yo aquí te espero con el sublime impacto
de un beso de buenas noches y algunos instantes de derroche.
Te dejo mi constante lealtad y mis
brazos para que te protejan siempre de la infame humanidad, te dejo mi sonrisa y
cada olor satisfecho. Pero te dejo sobre todo los años ausentes, que nos
demostraron que el mundo es insano e intransigente, mientras tú y yo somos
inmortales entre tanto inerte.
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